Del declive a la reinvención

Tras la liberalización, la competencia creciente y una regulación exigente, Telefónica empezó a mostrar signos de desgaste. Las primeras grandes sacudidas llegaron con la crisis de las puntocom y el sobreendeudamiento derivado de la compra de licencias 3G. La subasta de frecuencias en países como Alemania, Italia o Austria obligó a inversiones millonarias que no se recuperaron, generando pérdidas y retrasos en el despliegue de red.

El endeudamiento, la presión regulatoria y una gestión a veces errática marcaron el inicio de un declive que, aunque gradual, ha durado años.
Innovación ? Por supuesto, pero inteligente

El crecimiento exponencial del trafico de datos en las comunicaciones, incluyendo la telefonía IP, comenzó a gestarse a finales de siglo pasado, iniciando el cambio de las tradicionales redes de conmutación de circuitos a redes de paquetes, integración de redes (IP) y servicios (VoIP, datos mediante acceso a Internet) con la digitalización de medios. El ADSL, apoyado en las lineas clásicas de cobre, era una tecnología de transito hacia las redes de nueva generación apoyadas en fibra óptica. Con el cambio de siglo, la pervivencia de la Red Digital de Servicios Integrados sobre la antigua red publica conmutada ya se percibía claramente limitada por su capacidad y obsolescencia. Basada en la red telefónica conmutada tradicional, Telefónica ofrecía a los nuevos operadores, que ya usaban redes de paquetes con diferente estructura de costes, una tarifa de interconexión regulada basada en tiempo (cents /minuto) o en capacidad de circuitos.

El retraso del despliegue de banda ancha apoyada en las redes IP de nueva generación, con dudas sobre el tipo especifico de acceso más apropiado (FTTCab, FTTB, FTTH…) supuso un gran inconveniente en las estimaciones de ingresos posteriores, a los que se sumó el costo a medio plazo del despliegue adoptado (FTTH) tanto en infraestructura de fibra como de equipo de cliente a instalar en su domicilio (enrutador, conversor de medios…).

Innovación… ¿y rentabilidad?

La evolución tecnológica ha sido vertiginosa: de redes analógicas a digitales, de la voz a los datos, de la banda estrecha a la fibra óptica y el 5G. Telefónica ha participado en cada salto, pero no siempre ha sabido capitalizarlo.

El tránsito del cobre al ADSL y de ahí a la fibra óptica (FTTH) supuso una inversión colosal. A Telekom.

En aquella época de bonanza, la compañía diversificó su actividad: invirtió en medios de comunicación, televisión por satélite, producción audiovisual y centros de atención al cliente. Creó filiales especializadas (Telefónica Móviles, TData, TSystems…) y, en paralelo, vendió parte de sus infraestructuras clave —centrales, fibra óptica, torres—, decisiones que más tarde tendrían un coste estratégico.